miércoles, 13 de septiembre de 2017



En La Plata, en 1977, el Teatro Argentino se incendió, con la gran sospecha de que se trató de algo intencional. La principal acusación fue hacia el gobierno militar, represivo, violento y prepotente, tratándose de un acto de opresion de la cultura y la expresión popular, uno de sus tantos enemigos político-sociales.

Se trataba de un edificio muy viejo, con una gran trayectoria a pesar de no haber cumplido su primer centenario, una gran figura platense e institución cultural. Pero ¿era demasiada coincidencia? Por más que nefastas, sobraban razones para realizar el atentado, pero ¿y si había algo más?.

Era muy usual que el gobierno militar tomara decisiones destructivas, hay más de diez mil pruebas de ello, ejerciendo y explotando sus poderes en lo que quisieran o consideraban provechoso para su "proceso de reorganización nacional". Entonces ¿por qué el teatro? ¿por qué el afán de quemar instituciones que les resultaron "contraproducentes" se acabó ahí, habiendo tantos otros espacios culturales, bares, teatros populares y eventos de expresión más pequeños que podrían intervenir, de manera similar, levantando menos sospecha o polémica?

Esto nos lleva a creer que habia algo mas en el Teatro Argentino, algo más que lo condenó a ser incendiado por su potencial. No suena improbable, dicho todo esto, que allí se haya manifestado La Biblioteca, que, con su esplendorosa presencia y maravillosa colección, haya espantado a los milicos, resultando en que quisieran destruirla a como dé lugar, como las bestias que eran, temiendo que el pueblo aprendiera algo que no le conviniera.

La historia de La Biblioteca es eterna, cíclica y repetitiva. Nunca ha faltado quien la temiera y se viera forzado a destruirla, pero ella vuelve a aparecer, siempre vuelve a hacerse presente. Hay que mantener los ojos abiertos.



¿Seré yo simplemente otro capricho del destino, un actor más de su ciclo de vida?